Nuria Solís descubrió el arte siendo una niña. Los domingos, en el comedor de casa, se sentaba a pintar junto a su padre y su hermano, que compartían ese amor por la creación. Su madre, para mantenerla entretenida, le ofrecía folios en blanco y lápices de colores… y durante horas, el mundo desaparecía. Entre acuarelas, dibujos improvisados y tardes tranquilas, nació una conexión profunda con el acto de crear.
Años más tarde, en momentos de desconexión y búsqueda personal, Nuria volvió a la pintura y descubrió algo esencial: que en el silencio del lienzo encontraba paz. Pintar se convirtió en su refugio, su espacio seguro y su manera de estar presente. Lo que empezó como ocio infantil se transformó en un canal de liberación emocional.
Tras explorar la acuarela y la pintura acrílica, su necesidad de sentir el arte de forma física la llevó al 3D emocional, su sello actual. Siempre había pintado con las manos, por impulso, y el salto hacia la arcilla fue natural. El contacto directo con la materia, la textura y el volumen convirtió el proceso en algo visceral: cada forma y cada relieve llevan su energía, su presencia y su historia.
En sus obras conviven oscuridad y luz, heridas y renacimiento, peso emocional y libertad. Sus figuras —rostros, alas, serpientes, engranajes, corazones, ángeles, flores— no son elementos decorativos; son símbolos de liberación, de evolución interior y de la fuerza que surge cuando una etapa difícil se transforma en algo nuevo.
Nuria busca que quien observe sus cuadros se reconozca, que sienta la energía que ella coloca en cada pieza, que perciba la carga emocional pero también la esperanza. Su obra invita a mirar hacia adentro y recordar que de todo se puede salir fortalecido.
El punto de inflexión llegó en 2024–2025, cuando comenzó a abrirse al mundo de las exposiciones, consolidando su crecimiento artístico y compartiendo públicamente aquello que antes guardaba solo para sí.
Para Nuria, crear es sanación, libertad, transformación y evolución. Cada cuadro es un proceso, una conversación íntima, una cicatriz que se convierte en creación y un recordatorio de que la luz siempre encuentra un camino.
Exposición en Espai Sis de Vilafranca del Penedès, durante los meses de diciembre de 2024 y enero de 2025.
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